sábado, 25 de febrero de 2017

Los Kindred, su historia...league of legends

Les comparto el significado de mi primer tatuaje, se que a varios de mis clientes no les gusta jeje pero sorry chicos para mi un tatuaje es muy significativo es un sello de algo importante en tu vida yo no me tatuaría por moda, este tatuaje es de unos personajes del juego en linea League of legends y para mi tienen mucho significado,los kindred son dos esencias ,espíritus de la muerte que no se pueden separar ,como dice su frase "jamas el uno sin el otro" la oveja es una muerte pacifica y rapida para quien acepta su destino , la muerte con el lobo es un fin violento en sus fauces. Me identifico con la oveja la figura del lobo también hay alguien importante en mi vida que lo representa. Les dejo la historia de los kindred si se les antoja leerla :D







Dime, Ovejita, ¿qué cosas puedo devorar?”
“Todas las cosas, querido Lobo.”
Separados, pero nunca divididos, los Kindred representan las esencias hermanas de la muerte. La flecha de la Oveja ofrece una vía de escape rápida para quien acepte su destino. El Lobo sale a la caza de los que huyen de su final y les proporciona un fin violento con sus fauces implacables. Aunque las interpretaciones de la naturaleza de los Kindred difieren a lo largo y ancho de Runaterra, todos los mortales deben elegir el verdadero rostro de su muerte.
Kindred es el blanco abrazo de la nada y el chasquido de unos colmillos en la oscuridad. Pastor y carnicero, poeta y primitivo, son uno y son dos a la vez. Cuando la vida llega a su final, el martilleo que sienten todos los seres en la garganta, más estruendoso que cualquier trompeta, es la llamada que convoca a los Kindred a la cacería. Yérguete y acepta el arco de plata de la Oveja y sus flechas te regalarán un final rápido. Pero si te niegas, el Lobo te dará caza con salvaje deleite, sin que puedas hacer nada por postergar tu brutal destino.
Desde que existe la muerte, los Kindred han acechado a los habitantes de Valoran. Se dice que, cuando le llega su hora, un verdadero demaciano se volverá hacia la Oveja para aceptar su flecha, mientras que en las sombrías calles de Noxus, es el lobo quien dirige la caza. En los paisajes nevados del Fréljord, antes de ir a la batalla, algunas tribus hacen voto de honrar la cacería con la sangre de los enemigos, lo que ellos llaman “besar al Lobo”. En la ciudad de Aguasturbias, antes de cada Harrowing, la gente se reúne para celebrar a quienes han sobrevivido y rendir un homenaje a aquellos a los que el Lobo y la Oveja han concedido una muerte verdadera.
Negar a los Kindred es negar el orden natural de las cosas. Solo unos pocos miserables han logrado escapar a estos cazadores. Pero su perverso escape no supone ninguna victoria, pues alberga una verdadera pesadilla. Los Kindred siguen aguardando a los que están atrapados en la no muerte de las Islas de la Sombra, sabedores de que tarde o temprano caerán ante el arco de la Oveja o los colmillos del Lobo.
La primera aparición contrastada de los Cazadores Eternos corresponde a un par de antiquísimas máscaras, talladas por manos desconocidas en las tumbas de un pueblo ya olvidado. Pero hasta hoy, la Oveja y el Lobo siguen unidos, y siempre serán los espíritus gemelos, los Kindred.



Árboles que ocultan bosques

La batalla se desplegaba frente a ellos como un festín. Tan abundante y deliciosa vida... ¡tantas criaturas que terminar, tantas criaturas que cazar! El Lobo caminaba con lentitud por la nieve mientras la Oveja bailaba ágilmente entre las puntas de las lanzas y los filos de las espadas, sin que el rojo de la matanza mancillara siquiera su pelaje blancuzco.
—Hay coraje y dolor aquí, Lobo. Muchos aceptarán de buen grado su final —dijo mientras sacaba el arco y dejaba volar su veloz inexorabilidad.
Un soldado exhaló su último y desgarrado aliento bajo el hacha que había destrozado su escudo. Una flecha blanca, resplandeciente y etérea sobresalía de su pecho.
—El coraje me aburre —rezongó el gran lobo negro mientras seguía avanzando por la nieve—. Tengo hambre y quiero cazar.
—Paciencia —le susurró ella al oído. Y tan pronto hubieron salido las palabras de su boca, el Lobo tensó los cuartos delanteros y pegó la cabeza al suelo.

—Huelo temor —dijo temblando de emoción.

Al otro extremo del enlodado campo de nieve, un escudero —demasiado joven para guerrear, pero armado igualmente— vio que los Kindred había dejaban su marca en todos cuantos luchaban en el valle.
—Quiero a aquella criatura tierna. ¿Nos puede ver, Oveja?
—Sí, pero debe escoger. Alimentar al Lobo o abrazarme a mí.
La batalla volvió su rostro de acero hacia el escudero. El joven vio que la turbulenta marejada de valor y desesperación caía sobre él. Sería su último amanecer. En aquel instante tomó su decisión. No partiría voluntariamente. Correría hasta su último aliento.
El Lobo lanzó una dentellada al aire y restregó el hocico en la nieve como un cachorro.
—Sí, querido Lobo. —El eco de la voz de la Oveja resonó como una hilera de campanillas—. Comienza tu cacería.
Con esto y un aullido que resonó por todo el valle, el Lobo se precipitó por las laderas en pos del joven. Su cuerpo sombrío voló sobre los restos de los que acababan de caer y sobre sus superfluas y destrozadas armas.
El escudero dio la vuelta y echo a correr en dirección a los bosques hasta que los gruesos y negros troncos pasaron por delante de él. Pero no se detuvo, a pesar de la quemazón del aire gélido que le inflamaba los pulmones. Se volvió de nuevo en busca de su cazador, pero no pudo ver otra cosa que árboles cada vez más oscuros. Las sombras se cernieron a su alrededor y de repente se dio cuenta de que no había forma de escapar. El negro cuerpo del Lobo estaba por todas partes. La cacería había terminado. El Lobo enterró sus afilados colmillos en la garganta del escudero y le arrancó la vida a palpitantes tajadas.
El Lobo se solazó con los gritos del muchacho y el crujido de sus huesos. La Oveja, que lo había seguido hasta allí, rio al ver su deleite. El Lobo se volvió, y con una voz que era más gruñido que palabras articuladas, le preguntó:
—¿Esto es música, Oveja?
—Eres tú —respondió ella.
—Más —dijo el Lobo mientras se relamía con las últimas gotas de la vida del muchacho—. Quiero cazar más, Ovejita.
—Siempre habrá más —susurró ella—. Hasta el día en que solo queden los Kindred.
—¿Y entonces huirás tú de mí?
La Oveja se volvió de nuevo hacia la batalla. —Yo nunca huiría de ti, mi querido Lobo.





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